🌾 Entre gloria y quebranto: un año donde Dios me formó
- Avivarte COSTA RICA
- 7 oct
- 2 Min. de lectura

Hay años que dejan huellas imposibles de borrar. No solo por lo que logramos, sino por lo que Dios hace dentro de nosotros mientras caminamos. Este ha sido, sin duda, uno de los años más intensos, hermosos y a la vez desafiantes de mi vida.
Inició con la emoción de ver puertas abiertas a las naciones: primero España, donde durante 15 días el Señor me permitió ministrar, enseñar y sembrar Su palabra a través de la danza.Luego, México, por 20 días, un viaje donde sentí que el cielo se abría para confirmar que el llamado de Dios sigue avanzando, incluso cuando el corazón tiembla.
En medio de ese mover, lancé mi primer libro: “Aviva tu corazón”, un sueño que nació en lágrimas y oración. Ese libro no fue un proyecto, fue una ofrenda. Cada palabra escrita es fruto de noches de encuentro con Dios, de silencios que se transformaron en fuego, de procesos donde aprendí que el ministerio sin intimidad pierde sentido.
Pero cuando la vida parece subir montañas, a veces llega el valle…Semanas después, mi papá fue internado en el hospital. Fueron días de oración, esperanza y fe. Y aunque el milagro no llegó como yo esperaba, el cielo me enseñó algo que no se aprende en los congresos ni en los altares: el consuelo del Padre cuando todo parece quebrarse.
Dos semanas después, mi papá partió a la presencia de Dios. 🌹
Fue un golpe profundo.Pero en ese quebranto, sentí la voz del Alfarero susurrándome:
“No estás rota, hija, estás en mis manos.”
Y en Sus manos, el dolor se transformó en propósito.Comprendí que no se trata de entender todos los porqués, sino de seguir confiando mientras Él vuelve a moldear el corazón.
Aun así, no detuve la siembra. Durante nueve meses consecutivos he enviado palabras devocionales diarias a la comunidad. Cada mañana, aun cansada, aun con lágrimas, el Espíritu Santo soplaba una palabra nueva. Cada texto era una semilla.Y entendí que cuando uno escribe desde el fuego, el mensaje no sale de la mente, sino del altar.
En medio de todo esto, tuve mi primera entrevista en Enlace, un momento de alegría, gratitud y testimonio.Entre cada etapa —entre el quebranto y la alegría— descubrí a un Dios de fuego, pero también a un Dios de amor.Apenas comienzo a asimilar el duelo, la ausencia y la aceptación de Su perfecta voluntad, pero en todo ese proceso he sentido Su abrazo constante.
Hoy, con este testimonio, quiero dejarte un mensaje:
✨ En cada etapa, Dios te ama.En la alegría, en el proceso, en el silencio y en el dolor, Él siempre se mostrará de una manera diferente, dándote el abrigo que tu alma necesita para seguir.
Hoy miro atrás y solo puedo decir: ha sido un año de fidelidad divina.Un año donde la presencia de Dios se manifestó en los aeropuertos y en los hospitales, en los altares y en las madrugadas de silencio.He aprendido que la verdadera madurez espiritual no se mide por cuántos escenarios pisas, sino por cuántas veces te levantas de rodillas.
“Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.” — Salmo 126:5
“He vivido un año donde el dolor me formó,la palabra me sostuvo, y Su presencia me transformó.El fuego no me consumió… me purificó.”



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